The Gospel this weekend relates the necessary act of the cleansing of the temple and the righteous anger of Christ. Jesus’ actions may surprise us. We are accustomed to gospel readings that present Jesus as peaceful, meek, humble, conciliatory and non judgmental and it seems that this gospel presents actions that fly in the face of those attitudes. But to see this gospel as antithetical to who Christ is demonstrates a superficial understanding of the person of Christ. With love there must be correction and when the circumstances merit it, a strong correction.
In the gospel the disciples recall the words from the Psalm 69: “Zeal for your house consumes me.” Zeal provokes the actions of Christ. Jesus, as the Son of God shares is nature and that nature consists of total love. This love, or zeal, is the force that moves Christ, it provokes the incarnation, obliging God to descend from heaven to save us. It guides and governs his actions as a man and will ultimately lead to his immolation on the cross for us. God is full of this burning love for each one of us. He enters our lives, helps us, consoles us, and a times corrects us.
Many in the gospel reading will take offense at the actions Jesus’ zeal provokes. We, too, often are in danger of misinterpreting God’s actions in our lives. Events that we find unpleasant, difficult, or disagreeable, events that disturb the routine of our daily life we often perceive as obstacles to our happiness. They are things we need to get around, eliminate, or get over with in order to continue our peaceful existence. How often do we ask ourselves if these events are not rather a visitation from our Lord who, out of zeal for us, has come to put our temple in order?
In Christ,
Fr. Kevin
Hermanos y hermanas,
El Evangelio de este fin de semana relata el acto necesario de la limpieza del templo y la ira justa de Cristo. Las acciones de Jesús pueden sorprendernos. Estamos acostumbrados a las lecturas del Evangelio que presiente a Jesús como pacífico, manso, humilde, conciliador y no críco y parece que este Evangelio presenta acciones que vuelan frente a esas actudes. Pero ver este Evangelio como antéco a quien Cristo demuestra una comprensión superficial de la persona de Cristo. Con amor debe haber corrección y cuando las circunstancias lo ameriten, una fuerte corrección.
En el Evangelio, los discípulos recuerdan las palabras del Salmo 69: "Zeal por tu casa me consume." Zeal provoca las acciones de Cristo. Jesús, como el Hijo de Dios comparte es la naturaleza y esa naturaleza consiste en amor total. Este amor, o celo, es la fuerza que mueve a Cristo, provoca la encarnación, obligando a Dios a descender del cielo para salvarnos. Guía y gobierna sus acciones como hombre y, en úlma instancia, conducirá a su inmolación en la cruz para nosotros. Dios está lleno de este amor ardiente por cada uno de nosotros. Entra en nuestras vidas, nos ayuda, nos consuela y a veces nos corrige.
Muchos en la lectura del Evangelio se ofenderán por las acciones que provoca el celo de Jesús. Nosotros también a menudo corremos el peligro de malinterpretar las acciones de Dios en nuestra vida. Eventos que nos parecen desagradables, diDciles o desagradables, eventos que perturban la runa de nuestra vida diaria que a menudo percibimos como obstáculos a nuestra felicidad. Son cosas con las que tenemos que moverse, eliminar o superar para connuar nuestra existencia pacífica. ¿Con qué frecuencia nos preguntamos si esos acontecimientos no son más bien una visita de nuestro Señor que, por celo por nosotros, ha venido a poner nuestro templo en orden?
En Cristo,
P. Kevin